Extracto del libro «¿Serás lo que debas ser? – Un enfoque psicológico para acercarnos a la felicidad», de Ediciones Urano Argentina. Autor: Lic. Daniel A. Fernández.
Disponible en todas las librerías de Argentina y Uruguay.
Todo ser humano lleva en sí una falta, algo que no puede ser completado con nada. Se debe a una cuestión estructural. Entre lo que uno busca y lo que luego encuentra habrá un grado de insatisfacción. No habrá de existir coincidencia entre lo que se persiguió y lo que más tarde se obtuvo. Es decir que, entre lo anhelado y lo encontrado, existirá una diferencia y una falta de conformidad en el sujeto. Y será en esa diferencia, en esa falta, en ese resto que separa lo que se pretendió y lo que se halló, que existirá el deseo.
A partir de lo expresado, es válido suponer que es gracias a esa insatisfacción del sujeto, que el deseo habrá de movilizarlo para seguir buscando más. ¿Es acaso esto malo? Claro que no. Gracias a este deseo, que es el motor del aparato psíquico, que un individuo avanza y procura progresar y tener nuevas aspiraciones. El deseo es el motor de cada ser humano y sólo es posible su presencia gracias a aquella falta, gracias a esa imposibilidad que tenemos de ser completamente satisfechos. Por cierto, si esa falta no existiera, no es que se obtendría una gran felicidad sino todo lo contrario. Sin lugar a dudas, sin dicha falta y sin el deseo que la habita, solo recaería sobre nosotros una asfixiante angustia.
Ahora bien, sabemos que la felicidad total no es posible. No obstante, eso no significa que debamos dejar de pretenderla. Las utopías son imprescindibles, porque gracias a ellas es que nos esforzamos y avanzamos en nuestra vida. En tal sentido, tomar a la felicidad absoluta como un ideal a alcanzar, aun a sabiendas de que no será posible dar con ella en su totalidad, es lo que nos permitirá ir capturando momentos muy cercanos a ese ideal. En otras palabras, perseguir la utopía de una felicidad total será lo que nos llevará a disfrutar de una diversidad de felicidades.
Evidentemente, el tema del deseo en relación a la felicidad cumple un rol fundamental. El ideal de la felicidad no es el mismo para todos y los deseos son siempre individuales. Lo que a ti te gratifica podría no ser grato para el otro. Lo que a otros brinda dicha, podría ser insignificante para ti o incluso causarte algún disgusto.
Para empezar a ser un poco más feliz, entonces, primero debes reparar en tu deseo, seguir a ese deseo como quien clava su mirada en un faro y procura llevar hasta allí su embarcación. El problema es la niebla, la que se interpone entre tu deseo y tu mirada. Ese es el primer gran obstáculo a vencer. Y esa espesa neblina está conformada por el deseo de los otros. Tu mayor problema y tu más grande desafío habrá de ser, justamente, no desviar tu atención por esa niebla, no apartarte de tu deseo al confundirlo con el deseo ajeno. Tal vez esta labor te parezca sencilla, pero en verdad representa una tarea ardua. Esa densa neblina, hecha con los deseos de los otros, habrá más de una vez de hacerte perder de vista el faro de tu propio deseo. Habrá de confundirte y puede que quieras desistir en el intento. Pocos son los barcos que arriban al puerto que en verdad les es propio.
Escuche aquí entrevista radial al Lic. Daniel A. Fernández:
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