Con frecuencia, pacientes acuden a una consulta psicológica con un discurso que denota una posición pasiva frente a los otros y a la realidad. Es común escucharlos hablar de cómo y cuánto las cosas les suceden, simplemente les ocurren, y ellos las padecen desde una posición de víctima que no parece merecer tanta injusticia y crueldad. Así es cómo culpan a sus padres, a sus esposos o esposas, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, etc. A estos pacientes parecería que la maldad, la traición y el engaño siempre les sobrevuelan para finalmente caer sobre ellos, que no tienen más remedio que padecer lo que de ningún modo creen merecer.
Es claro deducir que estas personas, que no hacen otra cosa que quejarse, encuentran una cuota de beneficio en dicha queja, aunque más no sea en recibir la compasión ajena y en mostrarse ante los otros como mártires. Sin embargo la angustia que sienten es real y, conscientemente, desean despojarse de ella.
¿Qué ocurre cuando estas personas consultan a un psicoanalista? En principio hacen catarsis, quejándose de la mala fortuna que han tenido y acusando a todos aquellos que les hicieron tanto y tanto mal. Y es aquí cuando el psicoanalista procurará lograr cierto grado de implicación en ese consultante. ¿Qué significa esto? Ni más ni menos que ese paciente deje de cuestionar tanto a los otros y se cuestione a sí mismo. En otras palabras, que quien consulta se pregunte qué tiene que ver él con eso que padece, qué cuota de responsabilidad tiene, qué está haciendo para recibir eso de los otros, por qué está permitiendo que tal cosa suceda, etc. En resumidas cuentas, el psicoanalista le preguntará: “¿Qué tienes que ver tú con eso que te ocurre?”.
No hay análisis posible si no se logra que el paciente se implique en aquello que le acontece. El único cambio que puede trabajarse es el de la persona que consulta. Y si tú sientes que eres de esa gente que espera el cambio en el afuera y en los demás, déjame decirte que malgastas tu tiempo y energía. Tienes que cambiar tú. Apenas eso puedes. ¿Los otros entonces continuarán igual? No lo sabes. Tal vez su accionar también se modifique a partir de tu cambio. Tal vez cambien para bien o para mal. Tal vez debas dejarlos atrás y continuar tu vida sin ellos. Es probable que debas pagar el precio de perder ciertos vínculos, lo cual puede que finalmente resulte saludable. De todos modos, no tienes otra opción. Ten presente que no se trata de que cambies a esos otros, sino de que cambies tú frente a esos otros que no cambian.
No importa qué pesares estén ocurriendo hoy en tu vida. Pero no pierdas tiempo pretendiendo lograr un cambio en el afuera mientras tu permaneces en el mismo lugar. El único cambio al que puedes aspirar es al que tiene que ver con tu persona. Y dicho cambio solo será posible cuando comprendas que tú mayor problema eres tú mismo.
Escuche aquí entrevista radial al Lic. Daniel Fernández:
Daniel says
Hola,me pareció muy interesante tu último nuevo libro,
Lic. Daniel Alejandro Fernández says
Hola, Daniel. Me alegro que te resultara interesante. Gracias!