Cuando hablamos de una mente racional, hacemos referencia a ese aspecto de la mente que se caracteriza por el pensamiento. No importa a qué hipótesis o conjeturas arribemos, no importa si simplemente cavilamos en cuestiones cotidianas, no importa si la lógica utilizada nos lleva a tomar decisiones correctas o incorrectas. Cada vez que pensamos, bien o mal, mucho o poco, sobre temas importantes o superfluos, estamos haciendo uso de nuestro aspecto racional. En cambio, cuando hablamos de nuestra mente emocional, nos referimos a ese aspecto mental vinculado al sentir. No importa si nuestros sentimientos son de felicidad o de tristeza, no importa si se trata de amor o de odio, no importa si se trata de una gran emoción o de una insignificante. Cada vez que sentimos, se pone en juego nuestro aspecto emocional.
Los estudiosos de las neurociencias sostienen que somos, principalmente, seres emocionales que aplicamos la razón. A nivel neurofisiológico, asocian la actividad racional con el córtex, así como nuestra emocionalidad con el sistema límbico. Y consideran que nuestras decisiones dependen de una interacción entre estos centros racionales y emocionales.
Como ya te estarás dando cuenta, no es posible tener una emoción sin que esta nos genere algún tipo de pensamiento, ni se puede pensar en cosa alguna sin que esto nos depare algún tipo de sensación. En este mismo instante, mientras lees este artículo, piensas en las palabras que vas leyendo y estas generan en ti sentimientos de interés o de hartazgo, de agrado o desagrado, de inquietud expectante o de profunda somnolencia. Como lo ves, no puedes separar tu pensamiento y tu emoción.
En algunas personas, sin embargo, hay un excesivo predominio del área racional. Por el contrario, en otras, la parte predominante es la emocional. En ambos casos, se paga un alto precio por romper el equilibrio. Tú sabes bien que todos los extremos son malos. Las consecuencias podrán o no ser distintas, dependiendo de las características de cada caso en particular y de sus detalles; pero serán igualmente desafortunadas y siempre el precio a pagar será la angustia. No importa cuánto pretendamos luego racionalizarla. En tal sentido, puede considerarse que la angustia habrá de ser, en ocasiones, como la aguja de una báscula que determina si razón y emoción mantienen o no el balance apropiado.
Quien sólo racionaliza, sin tomar en consideración sus propios sentimientos, puede llegar a tomar decisiones que, finalmente, lo llevarán a un desenlace emocional de frustración o desamparo. Quien sólo se conecta con el sentir, actuando únicamente en función de sus emociones y sin dar nunca paso a la razón, puede ser víctima de sus propios impulsos descontrolados. Tanto uno como el otro, el excesivamente racional (rígido) y el excesivamente emocional (flexible), concluirán siendo presas de la angustia. Por ello que es preciso encontrar el punto medio, ese en donde razón y emocionalidad interactúen y lleguen a un acuerdo.
Excelente artículo, muy claro y útil para comprender lo emocional y lo racional. Gracias
Muchas gracias, Flavio! Saludos!
Excelente artículo.
¡Felicitaciones. Expresa, redondeando en pocos párrafos lo que a veces está muy detallado en libros de neurociencias o psicología.
Saludos.
Muchas gracias, Darío, por tu comentario.
Saludos cordiales!
espero encontrar el punto medio….
gracias
Por nada. Saludos!
Muuuuchas muchas gracias!! Este dedo me vino como anillo al dedo para aclarar ciertos temas en mi mente . El equilibro entre ambas se logra con ejercisios?
Me alegro que te gustara el artículo. En psicoanálisis no trabajamos con ejercicios sino procurando un mejor autoconocimiento del sujeto a partir del análisis. Saludos.
Muy buen artículo, aclara mis dudas, sin embargo, me gustaría tu opinión acerca de la frase del escritor francés Jean de la Bruyere «La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan».
Hola Aurelio. Gracias por tu comentario. Respecto a la frase de Bruyere, no estoy para nada de acuerdo. Saludos.
excelente articulo, y es muy cierto que nuestras decisiones dependen de una interacción entre estos centros racionales y emocionales, gran explicación.
Algo tan cotidiano en todos los ambitos de la vida, moral, religioso, laboral etc.
Gracias por el aporte.
Slds.
Se puede decir que gracias a la inteligencia emocional podemos tener un equilibrio en ambas mentalidades racional y emocional.