Algo que en la actualidad parece muy común, vinculado a cuestiones amorosas, es el “no compromiso”. Muchas personas ya no ven la necesidad de un vínculo estable sino que, por el contrario, parecen huir de esa posibilidad como quien escapa de un demonio. Aquí habremos de centraremos en lo que ocurre con las personas que apuestan al compromiso, pero terminan vinculadas con quienes no lo hacen. Debido a lo cual quedan prisioneras de un juego tan peligroso como el mismo “Jumanji”.
Para quienes no vieron la película cuyo título es “Jumanji” y que fue protagonizada hace algunos años por el actor Robin Williams, les mencionaré brevemente que en dicho film una pareja de adolescentes hallaba una caja que contenía un juego. Dicho juego se llamaba justamente “Jumanji” y era similar al juego de la oca pero con algunas variantes mágicas. Cada vez que uno de los participantes arrojaba los dados, las piezas en el tablero se movían y se desataba alguna calamidad que incluso hacía peligrar sus vidas. Luego el otro participante debía arrojar los dados y nuevamente ocurría otro desastre. Pero había una regla, una imprescindible, y era que ninguno de los dos podía dejar de arrojar los dados por temor a lo que fuera a ocurrir.
No fue hasta aquí mi interés narrar una película de Hollywood sino, simplemente, mencionar algunos puntos para ilustrar mejor lo que ocurre en ciertas relaciones. Si hicimos una comparación entre el juego de la película y lo que acontece en algunos vínculos sentimentales, es porque en ambos casos la regla principal es la misma. Ya sea en el Jumanji o en la relación amorosa que se inicia, ambos participantes deben continuar el juego para que el otro no se quede atrapado. Ambos deben querer el compromiso y no sólo uno. Ambos deben estar dispuestos a hacer la próxima jugada.
Si una persona es consciente de que busca una relación comprometida, con proyección a largo plazo, hay una falta que nunca debe aceptar en el otro y es la “falta de compromiso”. ¿Por qué? Porque al igual que en el Jumanji, si uno de los dos participantes no está decidido a continuar el juego y no arroja los dados, será su pareja quien padezca el castigo de quedar atrapada en una selva fantasmática que implicará la necesidad posterior de un trabajo de duelo doloroso. En resumen, si tu objetivo es una relación comprometida, no debes jugar con alguien que no comparta los mismos objetivos para luego pretender modificarlo. Al igual que en la película mencionada, el costo de dicho intento es peligroso. En definitiva, de lo que se trata es de empezar a elegir jugadores más afines a ti, que comprendan y compartan las mismas reglas al jugar, que tengan tu misma disposición al compromiso. Dicho de otra manera, que estén dispuestos a lanzar los dados y a enfrentar las distintas consecuencias a pesar del temor de no ganar el juego.
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